¡Hola multicubano!

Aunque parezca mentira, el cliché de que al psicólogo van solo “los locos”, aun prevalece. El otro día leí algo que decía que si las consultas de psicología estuvieran tan llenas como los gimnasios, el mundo sería un lugar mejor y no puedo estar más de acuerdo.

La psicología es la ciencia encargada de estudiar los procesos mentales, la manera de sentir, pensar y comportarse una persona en relación con el entorno que lo rodea. En ella se incluyen la parte cognitiva (lo relacionado con el conocimiento), la parte afectiva y la conducta.

Hace poco dejaba un artículo por acá sobre la importancia de conocer y controlar la inteligencia emocional incluyendo tips para no perder ese control. Sin embargo, manejar las emociones no es una tarea fácil; hay quienes por más que se esfuerzan no logran avanzar en este sentido y lo reconozcan o no, necesitan ayuda profesional.

Cuando tenemos un problema o estamos atravesando por una situación difícil; dígase una pérdida, una ruptura, exceso de estrés, muchas discusiones de pareja o la convivencia demasiado compleja… lo normal es conversarlo con personas de confianza para desahogarnos. A veces hablar con un amigo alivia, nos hace cambiar la perspectiva y ver las cosas con más calma.

Ahora bien; hay quienes por más que lo hablen, que se desahoguen o lo intenten no son capaces de ver la luz al final del camino por sí solos. Caer en círculos viciosos, agrandar el problema, deprimirse, tener ansiedad, estar irritables y en el peor extremo recurrir a la agresión física pueden ser consecuencias que se pueden evitar.

¿No vas al dentista cuando tienes problemas en una muela? ¿No vas a la peluquería a arreglarte el pelo? Entonces ¿por qué no ir a un psicólogo cuando te sientes demasiado triste, nervioso o molesto por algo? Asistir a una consulta de psicología no es motivo de debilidad, al contrario, es una inversión.

Muchísimas personas han superado sus dificultades emocionales con la ayuda de profesionales del área. Dar el primer paso creo que es lo más difícil y aunque te sientas incómodo o reacio al principio, los resultados hablarán por sí solos. Desde la primera consulta cuando se presenta el motivo que le ha llevado hasta ahí, se establece una relación basada en el diálogo y la colaboración.

Poco a poco se logran identificar y mejorar los patrones de pensamiento y de acción al punto de ser capaces no solo de resolver el problema inicial por el que acudes a consulta, sino que estarás más preparado para enfrentar situaciones futuras o de la vida cotidiana.