
“Cuando logramos convivir en un ambiente de confianza y seguridad, vivimos en paz”
Es la confianza la razón por la cual delegamos responsabilidades laborales a un subordinado, soltamos la mano del bebé al caminar, otorgamos permisos para salidas nocturnas a nuestro hijo adolescente, damos las llaves de la casa a la vecina cuando salimos de viaje…
Se trata de ese valor que proviene de una esperanza firme que se tiene de alguien o algo, cuando pensamos que está apto para actuar de forma “apropiada” (según nuestro criterio) en una situación determinada.
Confiar es también vivir con certezas. El mundo de las certezas nos aporta tranquilidad a la hora de establecer un plan, los planes nos hacen sentir enfocados; y seguir pasos o estrategias para lograr lo que queremos nos regala la dosis necesaria de seguridad. Así que obviamente nadie pone en duda el valor de la confianza
Pero ¿qué sucede si se cometen errores en la entrega de la tarea? ¿si se nos cae el bebé? ¿el joven llega fuera de hora o la vecina olvida encender la luz?: Pues la confianza en lugar de reforzarse, se ve quebrantada.
Efectivamente es bien frágil al mismo tiempo que necesaria. Las certezas en el mundo físico son evidentes y no están sujetas a variabilidad; nadie cuestiona la cantidad de frutas al sumar diez manzanas, 5 mangos y 3 guayabas, tampoco la ley de gravedad, ni el efecto adverso del cambio climático.
Pero cuando se trata de relaciones humanas, de principios, de valores, de toma de decisiones o quién tiene la razón, entonces nos adentramos en el mundo de las certezas subjetivas, cuestionables, individuales y por ende muy variables.
Esta edición mensual de Hagamos una pausa te invita a reflexionar acerca de este tema y a apreciarlo de una manera diferente a como cotidianamente lo vemos. Para ello, te invito a ampliar tu capacidad de reflexión y analizar las siguientes hipótesis:
1- Confiar es creer, pero más que creer en los otros, es creer en tu capacidad para que lo que piensas o esperas de ellos se ajuste a la realidad y tenga presente la diferencia de criterios, puntos de vista, creencias y valores que tenemos todos los seres humanos.
2- Confiar no va de construir, va de derribar los miedos y las barreras de la desconfianza porque sin esta última no necesitaríamos tanto la primera. Cobra tanto valor la confianza sobre todo cuando existe la posibilidad de la desconfianza. Por ejemplo: el clásico miedo a ser traicionado por la pareja, necesita de ser afrontado, reconocido, entendido, expresado y solo así dejará de sentirse.
3- Confiar no es controlar. La necesidad de control nos protege de sentir miedo pero no garantiza ni fortalece la confianza. Debemos verla como una especie de apuesta que hacemos con el mundo en la que le otrogamos la posibilidad de éxito, pero vivimos también con la otra cara de la moneda. De igual manera, confiar no es lograr, es también superar lo que no logramos sin perder la capacidad de volver a sentir confianza.
4- La confianza proviene de nosotros mismos, de nuestro sistema de creencias y de las valoraciones y expectativas que construimos de los vínculos con las personas. Si espero que mi hijo obtenga el primer lugar en un torneo de ajedrez y pierde su última partida a pesar de un buen trabajo y un gran esfuerzo, entonces voy a sentirme decepcionada porque puse muy alta la varilla.
5- Cuando confiamos en alguien no podemos pretender que actúe como si fuera un reflejo de nuestras conductas de manera tal que, cuando tome decisiones que se alejen de las que yo tomaría lo veamos como una persona en la cual no debemos confiar.


6- Si bien es cierto que no debemos ir por el mundo buscando personas reflejos, también lo es que debemos ser selectivos a la hora de aceptar los vínculos personales que establecemos en nuestra vida. Por selectivos me refiero a que nuestros valores más relevantes coincidan.
Si soy una persona solidaria y amistosa, tener un vínculo con alguien para quien el apoyo hacia los demás es irrelevante y la amistad no va más allá de compartir unos tragos un día de fiesta, entonces probablemente va a existir poca confianza en esa relación y por ende va a estar más cercana a momentos de conflictos que de bienestar.
7- Cuando las personas que la vida nos da por la tarjeta -por así decirlo- (personas que no podemos elegir, o que igualmente queremos que estén) sienten, piensan o actúan de una manera opuesta a la nuestra, lo ideal para evitar la decepción es conocerlas y aceptarlas como son. Así no esperamos que mamá nos cuide a los niños para vacacionar, ni la flor el 14 de febrero y aprendemos a disfrutar de las demostraciones de afecto a la manera de cada cual
Pues sí, probablemente todas estas nuevas ideas debas leerlas repetidamente para entenderlas, aceptarlas e interiorizarlas, pero garantizo que vale totalmente la pena hacerlo para que la confianza sea una puerta que se abre, un camino con obstáculos que elijo no abandonar, una decisión con la que quiero vivir y una certeza relativa con martillo, sierra, llave ajustable y todo tipo de herramientas psicológicas para que salga el trabajo y con calidad.
Por hoy, me retiro, no sin antes dejarte un bichito e invitarte a dialogar:
1- Confianza en los demás.
2- Confianza en uno mismo.
¿Es este el orden?…
Soy la Doctora Liz Cabañas y te espero el próximo mes para que juntos Hagamos una pausa.
6 Comentarios al Artículo:
La confianza
Pues sin duda muy útiles consejos
❤❤❤
Un tema muy interesante espero la segunda parte
Coincido contigo Reyna. Gracias por leernos❤
Muy interesante; gracias por todos los consejos.
Gracias a ti por leernos. Abrazos ❤
Dejar mi comentario