¡Hola Multicubano!
Si eres cubano probablemente la navidad no te recuerde la linda historia del elfo, mensajero de Santa, que llega desde el 1ero de diciembre para observar cómo se portan los niños de casa y se va el 24 en la noche. Pero de seguro se te activa el chip cuando se hable de comida rica, la familia reunida y los primos que no veías desde hacía un año.
El primer arbolito que siempre se recuerda con nostalgia, y la tradición de cada año comprar algo nuevo para adornarlo. La historia del pequeño elfo que no se puede tocar porque pierde la magia y sus travesuras durante esos 23 días, que mantiene a los niños atentos al despertar en busca de su trastada nocturna; no es la vivencia de un niño cubano. Pero sí la alegría de la fecha, la motivación de los buñuelos, el dulce de coco y el turrón.
El 24 Santa entra por la chimenea y deja regalos a los que se portaron bien y carbón a los que se portaron mal. Al amanecer todos corren al arbolito en busca de sus sorpresas.
– ¿Y si en casa no hay chimeneas? – pregunta la ingenuidad de un niño.
-Pues Santa se vuelve muy pequeño y entra por debajo de la puerta- la respuesta creativa de los padres que disfrutan la fecha también desde la satisfacción de ver a sus pequeños motivados y felices.
Aunque los cubanos aplicamos variantes para las chimeneas, amanecer el 25 de diciembre en busca del regalo es invariante. Las guirnaldas no solo adornan los arbolitos, también las ventanas y puertas de las casas. El espíritu navideño llega a las calles, los bares, cafeterías y restaurantes, la vibra se nota, la gente tiene un brillo diferente.

En una isla donde tantas familias han sido separadas por la emigración, la Navidad se convierte en un hilo invisible que las vuelve a unir por unos instantes. Basta el olor a asado, la canela del almíbar, el mojito de la yuca con chicharrones, la cervecita fría a manos del vecino, la fuente de ensaladas y vegetales de estación adornada por la más ducha de la familia para esos menesteres; para que la nostalgia nos abrace con fuerza.
Muchos celebran la Navidad en Cuba desde la fe. En las Iglesias Católicas la representación teatral del nacimiento de Cristo es una de las tradiciones más hermosas que nos regalan los pequeños. La Misa de Gallo, cada medianoche del 24, reúne a quienes desean recibir la bendición y renovar el espíritu. Es un momento solemne que, a pesar del paso del tiempo, sigue siendo uno de los rituales más respetados de la temporada.
Entre las tradiciones más vibrantes destacan dos que han marcado generaciones: Las Parrandas de Remedios y Las Charangas de Bejucal. Las Parrandas, surgidas en el siglo XIX, llenan la Nochebuena de colores, carrozas, bailes y fuegos artificiales, en un duelo creativo entre dos bandos que pasan meses preparando su presentación. Con la misma energía festiva, las Charangas de Bejucal mantienen viva la herencia africana de la isla, nacida de los bailes y tambores que los esclavos tocaban en la víspera de Navidad.
Yo que hoy la vivo desde la otra orilla dónde quizás las luces y los fuegos artificiales son más impresionantes no pierdo la esperanza de algún día iniciar la navidad con ese olor a mi tierra, con la bulla de mi vecino Amadito, llevarle el platico de comida a la abuelita de la esquina que vive sola y terminar el año con las explosiones de bombitas hechas por los adolescentes queriendo imitar los fuegos artificiales. Sacar la maleta (aunque ya me quede poco por viajar), tirar el cubo de agua y que el último de los olores sea el del muñeco quemado símbolo de un año viejo que cierra. De la misma manera en que nuestro Blog lo hace con este artículo el 2025, deseándoles a todos nuestros fieles lectores: ¡Feliz Navidad, Feliz Fin de Año y Próspero 2026!

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