“Juliana, qué mala eres”- del estribillo a la realidad de las mujeres maltratadoras

Autor: Victoria Vázquez

¡Hola, Multicubano!

Como mujer, siempre he pensado que somos especiales, y a veces nos pasamos de especiales… Oímos siempre que somos víctimas de maltrato, que debemos ser fuertes para no sufrir demasiado, y que los hombres  son peligrosos, pero, ¿qué sucede cuando es a la inversa?

Pues sí: hoy he decidido defender a los hombres. Esta defensa no es basada en algún deseo propio, sino en la  realidad cada día más visible de que las mujeres representamos tanto riesgo para los hombres, como ellos para nosotros. Es que, para decir la verdad, en las relaciones de pareja, nosotras somos generalmente “las malas”.

Voy a empezar por decir algo que a los hombres les puede resultar doloroso, pero es 100% cierto: somos nosotras quienes llevamos las riendas de las relaciones. Una mujer medianamente inteligente, será capaz de lograr cosas extraordinarias, y un hombre enamorado será capaz de bajar la luna para complacer a su amada.

Si es así, entonces, tenemos casi todo el poder para subyugar al pobre que carezca de la inteligencia (o del carácter) para ponernos freno. El 90% de los hombres no está preparado para lo que le espera. He aquí algunos ejemplos de las Julianas que podemos llegar a ser:

– La calabacera (ahora también le dicen “calentadora”, pero me rehúso a usar ese término): sale, baila, se divierte, come y bebe sabiendo que quien la invitó espera algo más de ella. Y se va, al terminar la fiesta, tan fresca como una lechuga. No se equivoquen: yo defiendo el derecho de una mujer de no hacer nada que no quiera hacer, pero de ahí a poner su atractivo como una zanahoria delante de un caballo va un largo trecho.

– La que no rompe un plato: no habla para no ofender, habla tan bajito que nadie creería la de palabras más “subiditas” que le pasan por la mente y, además, no pide nada directamente. ¿Recuerdan el dicho “de las aguas mansas líbreme Dios, que de las bravas me libro yo”? Pues se aplica perfectamente, pues esta mujer es capaz de limpiar los bolsillos de cualquiera sin que lo note, o de ponerlo en situaciones en las que nunca pensó verse. Inspira lástima, la pobre… y el real  pobre desembolsará cuanto tenga diciéndose: “qué buena es, si ni me pide nada”.

– La que sabe el valor de su etiqueta: desde que el hombre la conoce, sabe cuánto costará su “mantenimiento”: tinte caro, uñas acrílicas, queratina, gimnasio, ropa de marca… en fin, varios billetes de varios ceros. Lo bueno de estas mujeres es que no engañan en absoluto: soy lo que te muestro, y si estás dispuesto a mantenerlo, te doy mi número para que me convenzas de que eres el mejor postor. Sí, porque no eres el único pez en el mar, no te vayas a creer cosas.

-La que espera a su caballero de brillante armadura: esta mujer, aun cuando tiene posibilidades que podría desarrollar, no es efectiva a la hora de hacer frente a sus problemas materiales, sino que espera que un externo venga, con su varita mágica, a resolverlos todos. Es la típica mujer que, en vez de comprar un saco de cemento al mes para echar su placa, espera conseguir a “alguien” que le resuelva ese “problemita” de un solo golpe. Ah, y de paso cambiar las cerraduras y comprarle las cosas de la escuela a la niña.

El caballero no se da cuenta, pero el primer problema es apenas la punta del iceberg… y no le resultará tan fácil soltarse

-La calculadora: No espera a que la abordes. Ella, si te cree medio interesante y con un desenvolvimiento esperanzador, te hace una inspección general:  cargo que ocupas en tu trabajo, nivel medio de ingresos, estado constructivo de tu casa, edad de los hijos (cada rango etario tiene sus necesidades especiales), etc. Solo si el balance le deja un amplio saldo disponible se decide a atacar, y ¡ay! del pobre que se interponga entre ella y su objetivo.

-la inaccesible: nadie es lo suficientemente bueno para ella. Nada, que se cree la última Coca-cola del desierto. Mira con desdén a sus pretendientes, como si al mirarlos les hiciese un favor. A ella no le interesa cualquier hombre, sino que aspira a un galán de telenovela, con bíceps de 40 centímetros, sonrisa perfecta, ojos verdes, abultada billetera y un medio de transporte propio. A veces corre con suerte, pero otras deja pasar tantas buenas oportunidades, que debe correr para no terminar con un Silvestre Cañizo.

– la del siglo XXI: se compró al sentado la idea de la libertad de la mujer, de forma tal que se mantiene, cultiva afectos e independencia, y si alguien le interesa es capaz de tener una historia (de amor o de sexo) tan bella como efímera. Si la cosa se pone seria lo puede dejar con la misma facilidad con la que todo comenzó. O, en caso contrario, apostarlo todo a una sola carta. Pero no te confundas: la que reparte las barajas es ella, y si en cualquier momento algo no le satisface… ya sabes dónde está la puerta.

Es por eso que me río cuando uno de los representantes del sexo masculino pretende ser el malo de la película. Él, que la mitad de las veces no sabe ni quién es el director, ni qué escena se está rodando.

Con lo anterior no digo que no haya la posibilidad real de que un hombre y una mujer se enamoren verdadera y profundamente, que planeen una vida juntos y lleguen a vivirla, con la menor cantidad de altibajos posibles. Solo te aclaro que, cuando crees que la estás enamorando, ya ella había decidido que no estás nada mal, y que se te podría dar un chance.

Aprovecha esas pequeñas oportunidades, lúcete, saca tus galas, pavonéate y arráncanos una sonrisa. Y si hoy te tocó una “calculadora”, quizás mañana te toque una que no haya clasificado aquí, y te haga el hombre más feliz del mundo…

¿Por qué multicubano?
¡Ahh, te explico enseguida!

Prestamos múltiples servicios con destino Cuba, y quienes lo utilizan son cubanos esparcidos por diferentes lugares, cubanos en múltiples lugares…
MULTICUBANOS!

¡ ¡ UFF, LO SIENTO ¿ ¿
vuelve a intentarlo
¡ GRACIAS POR ¡ REGISTRARTE
ya formas parte de nuestra Pandilla de amigos
multicubanos
Para continuar debes revisar tu correo y validar tu cuenta
continuar con redes sociales
¡Tú que me lees!
suscríbete
Y forma parte de nuestra
Pandilla de amigos