El verano en Cuba. ¡Vacaciones!

Autor: MultiCuba

¡Hola, Multicubano!

Ya está empezando junio con todo lo que representa. En Cuba, un calor insoportable (dice nuestro entrañable Rubiera que es el mes más cálido del año, y no agosto, como siempre pensé), y el comienzo de lo que todo cubano describe como “las vacaciones”. Habría que ver por qué asociamos el comienzo del verano con el de las vacaciones, cuando, en verdad, solo a los estudiantes les corresponde ese derecho.

Pensándolo bien, todos nosotros hemos caído en esa trampa. Simplemente, sustituimos la palabra “verano” por “vacaciones”. Así decimos “qué ganas de que lleguen las vacaciones para ir a la playa”, o “voy a hacer esto o aquello en vacaciones”. Entendemos que de junio hasta agosto se nos extiende un periodo de gracia, aunque nuestros empleadores en Cuba no siempre estén de acuerdo.

Si comienzo a hurgar en el baúl de los recuerdos, veo que mis vacaciones eran muy típicas. Bueno, lo que yo considero típicas. Además de mataperrear un poco por el barrio y negarme rotundamente a ir a la playa (soy una cubana muy original: detesto la arena y el sol), pasaba un mes completo en La Habana, con mi familia paterna. Era entonces que comenzaban mis verdaderas vacaciones.

Mi padre, abuelo y tío armaban un cronograma estricto de recorridos por La Habana y visitas a museos. Puedo decir, sin lugar a dudas, que gracias a esos primeros acercamientos a pie me enamoré de La Habana. No me importaba que las rutas se repitieran año tras año: siempre había cambios que ver, construcciones renovadas (la Oficina del Historiador estaba acometiendo múltiples obras casi a diario). Me aprendí al dedillo las bellezas de los museos, y me encantaba ir al año siguiente para comprobar que no había olvidado nada.

Quienes no tenían la posibilidad de quedarse por todo un mes en la capital encontraban otras formas. Las guaguas rentadas llevaban hasta muchos destinos, el primero de todos: la playa. No hablo de la siempre distinguida Varadero, sino otras más modestas y menos bellas, pero igualmente refrescantes. De las más visitadas, en mis alrededores, estaban El Salado, en Caimito, Baracoa, en Bauta, y La playita, en el Mariel. Veías los camiones cargados de gente sonriente partir por la mañana, y por la tarde regresaban cargados de gente insolada, dormida y cansada.

Para los niños, por supuesto, había que organizar otro tipo de salidas, pues no solo de playa vive el hombre. Así era que los padres se ponían de acuerdo y organizaban sus viajes privados al acuario y el zoológico. Claro, que hubo varios años en los que el acuario estuvo cerrado por reparación, entonces hubo que duplicar los viajes a ver los bichos terrestres y aéreos. Claro que muchos preferían el de 26, con aquel gorila rojo impresionante, en vez de aventurarse hasta el remoto Nacional, en el que, si tenías mala suerte, veías muy pocos animales desde tu asiento en la guagua.

En mis años de infancia, además, llegó el boom de los Ataris. ¡Miren que vi a Super Mario saltando hongos y flores venenosas para llegar hasta la princesa! De mes en mes aparecía algo nuevo, otro equipo más sofisticado o realista, y los pocos que los tenían se convirtieron en personas de negocios: rentaban el equipo a la muchachera, que pagaba cuanto podía por quedarse un rato presionando botones y pequeñas palancas. No imaginaba que casi treinta años después aquellos juegos hubieran evolucionado tanto.

Nunca pensé que aquellos modestísimos Nintendos, con su Super Mario tan sencillo, iban a acaparar casi todo el tiempo libre de los niños algunos años después

Siendo ya adolescente, se pusieron de moda los viajes hacia Coppelia y La Cabaña, a ver la ceremonia del cañonazo. El plan era simple: salir del pueblo temprano en la tarde, ir hasta Coppelia, hartarse de helado, quizás dar unas vueltas por el Vedado, y después abordar de nuevo la guagua con destino a La Cabaña. Ni siquiera tengo idea de cuánto costará ese recorrido, pues nunca me entusiasmó la idea de tener la diversión cronometrada.

Claro que siempre quedaban los entretenimientos propios de cada pueblo: los partidos de fútbol entre aficionados. No voy a decir que fueran amistosos, porque generalmente se trataba de dos equipos de adolescentes rezumando hormonas, tratando de demostrarles a las espectadoras (que andaban estrenando maquillaje) que eran los más fuertes y aguerridos. Conclusión: faltas, faltas, más faltas, penaltis y atrocidades que ni Pierluigi Collina hubiese podido mantener a raya.

Claro, también estaba el fútbol sala, pero con una concurrencia más reducida; el básquet, en el que veías a uno de 1.58 tratando de encestar un tiro de tres, porque si se acercaba al área de anotación lo harían papilla… Pero estos entretenimientos, sobra decir, ya eran en la adolescencia. La semana quedaba dividida en: lunes- dormir hasta las 12 y comer todo el día; martes- dormir hasta las 10 e ir a jugar/ver el fútbol; miércoles- ídem… sábado- ir al parque y discoteca por la noche; domingo-repetir sábado.

Lo mejor del verano era, para muchos, irse de campismo. Había que tener el corazón en medio del pecho para irse a cada rincón perdido en medio del monte, hasta sin agua corriente. Para ir había que preparar una «mudada»: ventiladores, otro colchón porque el viernes nos cae allá Laurita con los niños, dos cazuelas, sal, azúcar, paquetes y paquetes de spaghetti, un cubo, un calentador…¡y allá va eso! Una semana lejos de la civilización, bañándonos en playa, río o piscina, comidos por mosquitos y jejenes, pero felices.

Recuerdo claramente mi primer campismo. Yo tendría diez años, más o menos, y el pelo por la cintura. Menciono particularmente el pelo, porque todo el tiempo que estuve en el campismo me lo pasé sin peinarlo, hecho un moño cubierto con una gorra. Eso es lo que pasa cuando te vas a campismear con tu padre en vez de con tu madre. Lo que más recuerdo es que no había baño en las cabañas: para mí aquello fue horroroso. Las cabañitas en cuestión estaban ubicadas en Playa Santa María, creo. Pasaron como 15 años antes de que volviera a decidir irme de campismo.

Imagino que para las madres (podría decir “los padres”, pero sabemos que en la generalidad de los casos no es así) las vacaciones deben ser el peor momento del año. Tienen que hacer maravillas para mantener a los niños entretenidos. Además, pasan mayo y junio acaparando la mayor cantidad de comida posible: leche en polvo, refrescos, el aceite para hacer la mayonesa, pulpa de frutas…para mantener a las bestias satisfechas. Las que son amas de casa saben que les esperaba una dura faena, pero al menos están acostumbradas a estar en casa trajinando todo el día.

Yo siempre compadecí más a las trabajadoras. Ellas tienen que adaptarse no solo a estar dentro de la casa por un largo periodo (quienes llevamos años trabajando sabemos que la casa parece caernos encima), sino a lidiar con los niños. Hay que pasarse el año acumulando los días de vacaciones, para poder dejarlos quince días con unos abuelos, quince con los otros, y asumir ellas todo un mes. Si las vacaciones no alcanzan, pues se pide licencia sin sueldo, ¿qué se puede hacer? para eso estamos nosotros. Si deseas ayudar a tu familiar en Cuba para que esas vacaciones sean inolvidables,  envíales un combo. Tenemos variedad en la Tienda Online de nuestra web.

Imaginen: los ahorros se esfuman, los días parecen repetirse uno tras otro, y los planes para entretener a los muchachos cambian de día a día, en dependencia de si la guagua no tiene combustible o si Eugenia, que es la que le sabe un mundo a La Habana, tiene a la madre enferma y no va a poder liderar el recorrido de mañana.

Pero, de una forma u otra, siempre se las apañan para que no se padezca hambre, para que todo el mundo se entruviera y pasaran volando las vacaciones. Ahora, muchos años después, lejos de Cuba y de tantos recuerdos, cuando llega julio sentimos que ya están aquí nuestras vacaciones…¡y a sacar pasaje!

¿Por qué multicubano?
¡Ahh, te explico enseguida!

Prestamos múltiples servicios con destino Cuba, y quienes lo utilizan son cubanos esparcidos por diferentes lugares, cubanos en múltiples lugares…
MULTICUBANOS!

¡ ¡ UFF, LO SIENTO ¿ ¿
vuelve a intentarlo
¡ GRACIAS POR ¡ REGISTRARTE
ya formas parte de nuestra Pandilla de amigos
multicubanos
Para continuar debes revisar tu correo y validar tu cuenta
continuar con redes sociales
¡Tú que me lees!
suscríbete
Y forma parte de nuestra
Pandilla de amigos