¿Eres de Cuba?¡Ño, mi hermano!

Autor: Victoria Vázquez

¡Hola, Multicubanos!

Creo que mientras vivimos en Cuba, la idea de cubanía nos resulta algo abstracto y muy difícil de definir, pero en cuanto salimos de Cuba, sabemos perfectamente qué es cubanía, porque es lo que falta en la vida del que migra. E, incluso, si migras acompañado, falta la complicidad del barrio, el piropo en la calle, el dominó en la esquina…

Para los que están “afuera”, sea donde sea, estar con otros cubanos, aunque no sean su familia, es muy importante para mantener la cordura. Hace algún tiempo pensaba que ese vacío lo podía llenar otro latino, por ejemplo, los boricuas, que tanto se nos parecen. Sin embargo, he comprobado que es un paliativo a medias,  porque hay cosas que solo un cubano hace o dice.

No solo los puertorriqueños, sino los dominicanos son muy “a lo cubano”, pero siempre falta algo, el extra que solo comprende el cubano, o sea, “el cubaneo”.

Algunas de estas frases son comprensibles para el oyente que desconozca su origen, pero no sería capaz de captar todos los matices, ni de entender el por qué el cubano adopta un tono específico al decirlas, ni la complicidad.

¿Y al jugar al dominó?¿Cómo le explicamos a un guatemalteco quién fue Duchesne Cuzán, y por qué se grita su nombre cuando se pone un dos? Eso por no hablar de las “monjas”, los “pescados” y demás denominaciones del dinero… Cuán triste debe ser para quienes se encuentran lejos ver que la comunicación no es tan fluida.

Sí, porque, además, nuestros refranes y dicharachos son suficientes para llenar 20 tomos de una enciclopedia, y son solo nuestros.

Para empezar, pongámonos a pensar en cómo habla un cubano promedio. Al menos una vez al día tiene que decir algo, al menos una frase, sacada de Elpidio Valdés, o de Vampiros en La Habana, o de cualquier otro animado. ¿Se imaginan a un cubano diciéndole “Mientes, rata inmunda” a un chileno? De seguro se ofende, o piensa que el cubano no está cuerdo…

Y la lista es interminable: “oye, la candela es aquí”, “qué país”, “no se case, compay, no se case”, “sácalo, Joseph…”, “vaya, gallego, hablando por teléfono y todo” “qué inteligente es el hombre, ¡mira cómo inventa!” “lo voy a hacer papilla de puré de talco” “fui de Júcaro a Morón y de Morón a Júcaro”…

Una típica vendedora de flores o adivina de la suerte. Pasea orgullosa por la Plaza de la Catedral

Ahora recuerdo el relato de María Isabel Díaz, actriz (la gordita de “Una novia para David”), de cuando fue a audicionar para el papel de prostituta amiga de Penélope Cruz, en “Volver”. Ella debía decirle a su amiga que no tenía dinero, y se le ocurre soltar “Estoy en la fuácata”. Dice que a Almodóvar le gustó mucho la expresión, pero al final fue modificada porque la mayoría del público no la comprendería.

La propia actriz dice que le ha resultado muy difícil trabajar en España, porque el acento cubano no la abandona. Nada, que la cubanía y lo cubano no la abandonan.

Muchos que viven fuera de Cuba no se adaptan porque no comprenden que  la vida no es igual, que no se puede andar visitando a los vecinos, ni armar una fiesta a la primera oportunidad, ni poner la mesa del dominó en la acera.

Todo eso es cierto, y “a donde fueres, haz lo que vieres”, pero no me digas que cuando, sentado en un café en Lincoln, Wyoming, solo y pensando en Cuba, oyes una voz que dice “¡ño, qué caliente está esto!”, no te paras, te acercas y le dices: “¿Tú eres de Cuba?¡Ñó, mi hermano!”. Ese es tu hermano, como si lo fuera de tu misma madre, porque la madre de los dos es Cuba.

¿Por qué multicubano?
¡Ahh, te explico enseguida!

Prestamos múltiples servicios con destino Cuba, y quienes lo utilizan son cubanos esparcidos por diferentes lugares, cubanos en múltiples lugares…
MULTICUBANOS!

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