La virtud femenina de la paciencia

Autor: Dra. Liz Cabañas

“Ella es Lucía y sabe perfectamente cómo lograrlo. A Alejandro le parece que ese modo multitarea es -en extremo- estresante y que como mínimo lo deja extenuado psicológicamente. Sin embargo, su esposa sofríe con calma la sazón, el teléfono fijo pegado al oído mientras aconseja a una amiga, revisa la nueva notificación del móvil y responde, le orienta a la pequeña que termine de recoger sus juguetes y al mayor le corrige la falta de ortografía de la tarea. Aún así sonríe y le da un beso, ella puede con todo imperturbablemente, serena, fresca y reluciente. Y cuando él cree que es imposible que haya logrado unos buenos frijoles, se sienta a la mesa y le saben increíbles”.

Es la paciencia  una expresión del carácter que al igual que un metal que se funde a una alta temperatura, puede resistir una circunstancia constante o adversa. No se trata de tener paciencia como se suele decir, sino de ser pacientes. Y más que algo que podamos adquirir o usar en momentos determinados, es una condición que se crea, pero que también se fortalece y se desarrolla.

La paciencia es también una especie de estilo de vida, de esos de los saludables de verdad.

Nuestra sesión mensual, en el mes que rinde homenaje a la mujer, dedica su espacio a esa gran pausa provechosa que es la paciencia: esa capacidad de aceptar las cosas a su tiempo sin sufrimiento, enojo, frustración o ansiedad.

¿Qué significa entonces ser paciente?

Es duplicar nuestras fortalezas para afrontar con calma situaciones difíciles. Es buscar con ecuanimidad la sabiduría para reaccionar positiva y constructivamente ante los diferentes estímulos del medio.

¿Es la paciencia una condición innata?

Evidentemente no, aunque existen muchos rasgos de nuestro temperamento y personalidad que nos pueden predisponer a ser más o menos pacientes, la realidad es que es educable, entrenable y este proceso comienza desde la infancia.

¿Por qué tienen las mujeres el don de la paciencia?

Realmente no es generalizable que todas las mujeres sean pacientes, de la misma manera que no significa que los hombres no lo sean. Pero las habilidades que muchas veces desarrollan las mujeres de esta generación, así como la cantidad de roles que cumplen, la entrenan en la tolerancia a la frustración y en el control de los impulsos, por ende desarrollan la capacidad de ser pacientes.

Meme
Sin embargo, más de una vez llegamos a pensar que somos de mecha corta.

¿Significa lo mismo ser paciente que ser pasivo?

Muchas personas asocian la paciencia con aguantar o simplemente no reaccionar ante aquello que nos agrede o nos disgusta. Esto es asumir una actitud pasiva que en casi todas las ocasiones resulta perjudicial. La paciencia funciona a otro nivel e implica tomar un tiempo para analizar de manera objetiva y lógica antes de actuar o tomar decisiones.

¿Por qué elegir ser pacientes?

  • Saber esperar con calma que las cosas sucedan, ayuda a evitar el estrés.
  • Aquellos que saben tolerar las contrariedades con fortaleza y sin lamentarse, comprenden que se le debe otorgar tiempo a todas aquellas cuestiones que no pueden controlar y que no dependen de uno mismo.
  • Aporta calma y perspectiva cuando las cosas no salen como esperábamos, la frustración se reduce y las personas se enfocan en la búsqueda de posibles soluciones constructivas.
  • Contribuye a que tomemos mejores decisiones.
  • Entrenar al cerebro en paciencia nos ayuda a reducir la impulsividad
  • La persona paciente se toma su tiempo para disfrutar cada una de las actividades que realiza.
  • Evita la urgencia temporal que tanto daño hace a quien la practica y de esta manera tampoco agiliza o apura las acciones de los demás.
  • Mejora las relaciones interpersonales y evita situaciones de conflictos.
  • La unión de la paciencia y la perseverancia es una fórmula ideal para garantizar paz y éxito.

Son las mujeres el más grande ejemplo de perseverancia y paciencia y si no estás seguro, pues pregúntale a Julia Hill.

“Julia Hill vivió en la cima de un árbol por casi dos años para evitar que fuera talado. El árbol tiene más de 55 metros de altura y 1500 años. Lo llamaron Luna y Julia usó su teléfono celular que se recargaba con luz solar para mantener actualizado al mundo de su causa.”

¿Adivinen qué? Lo logró. Para muchos solo una historia, pero Alejandro la escucha y sonríe, sabe que su Lucía también puede ser esa mujer que salva árboles.

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