“Me he enamorado cientos de veces, todas de ti. Te amo con toda la intensidad que mis hormonas y neurotransmisores cerebrales me permiten. A full de cortisona, dopamina, oxitocina; y no te dejaré de amar cuando ya no experimente euforia, palpitaciones, sudoración y ansiedad. Estaré al contrario, comenzando a amarte. Pues de la misma manera en que el amor es la poesía de los sentidos, también es compromiso, entrega y sensatez”.

Hoy, Hagamos una pausa habla de amor sin pretender alejarse de las palabras lindas que endulzan el alma, ni olvidar las cursilerías o el romanticismo que tanto gratifican, enseñándote también a amar con todo tu cerebro.

Abordaremos algunas creencias populares y otras erróneas que afectan las relaciones de pareja. Así que si sientes que en estos días las redes están sobresaturadas de amores «de película», la propuesta de hoy es algo diferente. Y como plato fuerte que se respete, este se queda hasta el final porque cerraremos con unas estrategias que yo en tu lugar, no me perdería…

“El amor es ciego…” 

El estado emocional de enamoramiento, que es la primera fase del amor y donde existe una fuerte atracción, pasión y fogosidad; desactiva la vía neuronal responsable de evaluar críticamente a la pareja. Es por ello que la idealizamos y no somos capaces de ver en ella cualidades negativas.

“…Y la locura lo acompaña” 

Durante estos primeros meses nos dejamos llevar por sentimientos, impulsos y emociones, pues la fiesta de las hormonas controla nuestra conducta.

“Pasa el tiempo y ya no somos los mismos, no sentimos lo mismo”

Entonces, nos embarga la idea de que hemos dejado de amar, cuando en realidad estamos pasando a una fase superior de la relación, la del amor verdadero. En la cual sentimos seguridad, confianza, estabilidad y aceptación. “Amas cuando aún conociendo las cicatrices, te quedas para besarlas.”