7 experiencias que solo aprendes con un papá cubano

Autor: Raamssay Rosales

 ¡Hola Multicuban@! 

«Mijo, ven acá, que te voy a enseñar algo»…

Bastaba esa frase para saber que comenzaría una clase magistral de vida, de esas que no estaban en los libros y se aprendían en la caliente, pero se quedaban para siempre en tu memoria. Hay cosas que uno aprende en la escuela, otras en la calle, pero existe una lista especial de recuerdos y experiencias que solo se aprenden con un papá cubano.

Papá, el viejo, el puro o simplemente papi, no necesitaba muchos discursos para enseñarte cómo debías defenderte y enfrentar la vida, también era quién te despertaba muchas veces con un asalto de  cosquillas, te regañaba con una mirada seria y te educaba con ejemplos, no con gritos. Era el superhéroe de tus juegos, el ídolo y ejemplo que siempre querías seguir. Era y es ese hombre que aunque no lo diga mucho, te quiere con una fuerza indescriptible que no cabe en palabras.

Hoy te propongo hacer un viaje en el tiempo a esas experiencias que solo se aprenden con un papá cubano, ya que el amor tiene su propio lenguaje. Este, el que se expresa en Cuba, único, original e inolvidable.

Cada papá se siente orgulloso de enseñarle a su hijo(a) una gran parte de lo que aprendió de niño.
  1. Aprender a jugar pelota. Lo primero que muchos padres enseñan a sus hijos en Cuba no es a hablar ni a caminar, es a batear y tirar. Con una tapa de pomo y un palo improvisado, comenzaba la clase. Te mostraba cómo agarrar el bate, cómo pararte, y sobre todo, cómo no llorar si te daban un pelotazo. Era disciplina, pasión y alegría mezcladas en un solo juego que es casi sagrado para nosotros.
  2. Jugar a las bolas. Este clásico de tierra, polvo y paciencia era una clase de estrategia y pulso fino. Papá te enseñaba a escoger la mejor bola, a apuntar con precisión y, sobre todo, a respetar las reglas. Ganar sin hacer trampa era vital. Y aunque salieras lleno de tierra, salías también con una lección de honestidad.
  3. Aprender a cazar lagartijas. Con papá no era raro terminar metido entre las matas o debajo de un arbusto. Él te explicaba dónde se escondían, cómo acercarte sin hacer ruido, y por qué soltarla después era importante. No se trataba solo de atrapar algo, sino de la emoción del intento, del juego compartido, del respeto por los animales. Una tradición que se ha ido perdiendo, pero que muchos recordamos con una sonrisa.
  4. Treparse a los árboles. Ningún parque de diversiones supera un buen mamoncillo con ramas bajas. Papá era el primero en mostrarte por dónde subir, qué ramas eran seguras y cómo bajar sin raspones. Desde ahí arriba veías el mundo distinto, y sentías que podías con todo.
  5. Hacer trampas para pajaritos. Con una caja, un palito y algo de comida, armaban juntos esa trampa que rara vez atrapaba algo, pero que te enseñaba a observar, a tener paciencia y a trabajar en equipo. Y si no caía nada, igual valía el intento. Porque se trataba de pasar el tiempo juntos.
  6. Ver deportes juntos. Ya fuera boxeo, béisbol, fútbol o hasta atletismo, papá te explicaba las reglas como si estuviera narrando una historia de héroes. Te hablaba de peloteros, de sus jugadas, de cómo se ganaba un jonrón y del valor de entrenar duro. Te enseñaba que el respeto por el contrario era parte del juego, y que saberse las reglas también era una forma de amar el deporte.
  7. Las primeras charlas sobre el amor y las fiestas. Papá era ese que te soltaba un consejo disfrazado de chiste, de cómo enamorar a una muchacha, cómo tratarla bien, qué decirle para que sonriera y te prestara atención. Y también, con los años, te hablaba de las primeras salidas, de cómo tomar esos primeros tragos con conciencia, de no pasarte de la raya. Todo sin sermones, pero con un mensaje claro que se te quedaba grabado.

Porque sí, hay cosas que solo se aprenden con un papá cubano, y se agradecen para toda la vida. No importa si ahora estás lejos, esas enseñanzas viven contigo, te acompañan, te forman. En cada frase que repites, en cada gesto que heredas, en cada recuerdo que te hace sonreír sin razón. Estas experiencias son legados familiares que seguro has transmitido a tus hijos o nietos, el amor viaja de generación a generación con la misma fuerza.

¡Cuéntanos, multicuban@! ¿Cuál fue esa experiencia que solo viviste con tu papá? ¿Cuál disfrutabas más de niño? Queremos saberlo todo y compartir contigo esos bellos recuerdos. Te leemos en los comentarios.

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