¡Alabao!

¿Quién dijo que los mejores dibujos animados solo se producen en Disney? Si creciste en Cuba durante las últimas décadas del siglo pasado o la primera de este, seguramente recuerdas aquellos muñes cubanos y extranjeros (rusos, sobre todo) que acompañaron nuestra infancia en esa rutina de llegar de la escuela y prender corriendo el televisor.

Para repasar todos los que marcaron a más de una generación en esas tardes y fines de semana frente a un Caribe, un Panda, un Krim o tal vez un televisor más sofisticado, podríamos estar días y días recordando las célebres frases que nos dejaron en la cultura popular.

Entonces, te propongo un viaje a lo Tren de maravillas (que parece menos pero este año cumple 20 años) por la memoria de estos particulares muñes y que segura estoy de que con solo algunos dicharachos podrás identificar a cuál pertenece.

Si has dicho alguna vez ¡Qué pescado más flaquito!, eras seguidor/a de Cecilín y Coti puede que lo hayas leído hasta con su voz, y aunque no me gusta fomentar el bullying, a la flaca o flaco del grupo nos tocaba aguantar ese chucho.

Cómo olvidar ese corto en el que todo cogía más candela que el cuarto de Tula, y que nos dejó para siempre el Ya no tengo que ir a la peluquería, sino, al hospital, o el bueno eso les pasa a las mujeres, que son unas nerviosas, nosotros los hombres… y que por machistoide conoció La historia del fuego.

A quien se le haya ocurrido poner «malanga» en la boca de aquel intimidante ídolo pagano que repetía burundanga, cucaracha, hunga hunga malanga, muuucha malanga en La medicina del brujo nos legó infinitas risas y una de las mejores ocurrencias que alguna vez quedaron plasmadas en el animado cubano.