¡Hola multicubano!

No son pocas las veces que me he sentido desmotivada, que tengo deseos de hacer nada. Me he visto sin ganas de querer ir a trabajar, sin querer terminar ese pendiente, ni resolver determinado problema; en ocasiones no tuve deseos de ir a la escuela y a veces -incluso- me toma horas tener la fuerza de levantarme de la cama.

Ciertamente, podemos estar agotados, merecer un descanso o necesitar unos días para no hacer otra cosa que no sea disfrutar de nosotros mismos y lo que nos gusta. Sin embargo, cuando habitamos en un período de desmotivación que se nos prolonga en el tiempo, al punto de hacernos sentir mal por no encontrar ilusión en nada, es bueno que comencemos a crearnos un plan de acción de cómo salir de ahí.

Y es que las circunstancias que nos llevan a sentirnos desmotivados pueden ser muchas y está claro que identificarlas es primordial para poder mejorar nuestro estado y recobrar esa energía que tanto necesitamos y que en definitiva, identificamos como motivación.

Los psicólogos distinguen diversos tipos de motivación y en este artículo voy a explicarte dos que considero fundamentales para comprender el asunto.

Motivación intrínseca: proviene de dentro de ti, es la que se sustenta sobre tus valores, sueños y deseos. Está ligada a tu necesidad de autorrealizarte, aprender y crecer personalmente. Cuando te pagas ese asiento en el concierto porque tu sueño es ver a tu artista favorito en vivo, eso viene de tus propios deseos.

Motivación extrínseca: La motivación extrínseca son los factores ajenos a ti que te motivan a hacer algo, como por ejemplo el dinero, el reconocimiento social o la fama. Es, en definitiva, la recompensa que esperas conseguir por hacer algo.

Pero aquí hay un dilema con las recompensas, y es que, en el fondo, provocan que sustituyas una motivación intrínseca (la satisfacción personal de resolver el problema) por otra extrínseca (dinero).