La maldición nazi, el Cortacaras y otras historias cubanas de miedo

Autor: Ali Reyes

Cuando yo era medio adolescente, mi abuela Chela, que es de familia avileña, solía contarme historias llenas de misterio que se repetían por generaciones en su pueblo. Así me armé un compendio de todas la leyendas que puedas imaginar: la charca del güije, en el municipio de Chambas; que al bañista que se le apareciera el duende al mediodía se ahogaba, el majá que cloqueaba como gallina, el camionero de la leche que manejaba por la carretera de Ciro Redondo y casi se estrella porque se encontró a una aparecida…

De Remedios pa’ qué hablar, como es cuna de historias primigenias, allá existe la mata de las leyendas: la llorona de la calle La Mar, las palomas y la contraparte femenina del güije o la ciguapa, una mujer de pelo largo, con pies al revés, a veces emplumada, cuyo canto pierde a los hombres…

Si bien en Cuba la celebración de Halloween no es autóctona ni se encuentra tan extendida, los cubanos, de siempre estamos ‘atrás del palo y pidiendo el último’. Da igual  dónde se originó la cosa, octubre es disfraz en mano, maquillaje casero y que se arme la cumbancha.

Y eso no es de ahora, recuerdo que en mi época de becada en la Lenin anualmente los estudiantes de 12 grado celebraban una noche de disfraces y un certamen para elegir el más ingenioso. ¡Aquello se ponía bueno!

Pero ahí no queda todo, volviendo al tema Halloween y lo que engloba, te cuento que las historias de miedo, sobre todo en la zona del centro de Cuba, están fuertemente ligadas a la memoria colectiva del cubano de a pie.

Los guajiros pueden hablar mejor que nadie de luces fantasmagóricas en cañaverales, la gran jutía con garras de la cueva de Los Veinte o del sapo de Jinaguayabo que al acercarse la época de lluvias croa sin cesar y aumenta su tamaño hasta el de un chivo…

Tanto es así que desde los primeros grados escolares, esos cuentos de terror se pasaban de boca en boca, enriqueciéndose con el aporte de cada nueva generación. ¿Qué niño cubano no se creyó la bola de que su escuela estaba construida encima de un cementerio?

¿O la historia de que por las noches vagaba por los pasillos y el comedor la tía de la limpieza que se volvió loca y había ahorcado a su propio hijo para después lanzarse ella de las escaleras?

Pionero cubano que se respete, conocía la historia del niño que le cosieron la boca. Cuando se acercaban las fechas de fin de año, con la calle más agitada de lo usual por los robos, la desesperación y «las búsquedas» de la gente, las mamás solían amenazar a sus hijos con que había que llegar a la casa antes de que oscurezca.

Les contaban la historia del hombre que se montaba en una guagua con un saco de yute y aparentemente un animal vivo en su interior. El hombre en cuestión en realidad tenía un niño de 9 años dentro de la loneta, que como tenía los labios cosidos con hilo de pescar, no podía decir ni mu.

En algún momento del viaje un pasajero del P se daba cuenta de que un dedito sobresalía de la bolsa y ahí la guagua entera le iba arriba al ladrón de niños. Cada año se repetía el cuento casi  sin cambios, pero era mejor no insistirle mucho a mamá para que te dejara salir, porque si el horno no estaba pa’ galleticas te podías rifar un buen ‘sopapo’.

En Cuba también tenemos un sinfín de cuentos de miedo.

¿Alguien más se acuerda del Cortacaras? Yo que soy ‘penca’ desde que me parieron, recuerdo sufrir vivamente cuando escuché por primera vez la historia de ese hombre joven, siempre al acecho en las noches habaneras.

El Corta caras era nuestra especie de ‘serial killer caribeño’; un ser mitad infundio, mitad brete, siempre listo para desfigurar al que se le cruzara con su machete oxidado.

Como ves, Multicubano, el tema de las historias de misterio, terror y suspenso en la Isla da para largo. No obstante creo que con esta te dejo sin aliento: hay quienes le atribuyen todas las desgracias de Cuba a una maldición que supuestamente nos lanzó un buque de judíos en la Segunda Guerra Mundial.

Los 900 judíos de la Alemania nazi que abordaron en 1939 un crucero de lujo destino al Caribe, nunca pudieron pisar las tierras cubanas y refugiarse a causa de un decreto firmado pocos días antes por el entonces gobernador Federico Laredo Brú.

Cientos de ellos murieron luego en Europa Occidental. Por aquella brutal decisión, se dice que los cubanos nos hemos quedado ‘salaos’ para toda la vida. ¿Mito, realidad? ¿Quién sabe?…

Y para cerrar con broche de oro, te invito a que antes de irte, me dejes saber en los comentarios qué otra historia o personaje de miedo cubano conoces tú… Te leo.

¿Por qué multicubano?
¡Ahh, te explico enseguida!

Prestamos múltiples servicios con destino Cuba, y quienes lo utilizan son cubanos esparcidos por diferentes lugares, cubanos en múltiples lugares…
MULTICUBANOS!

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