“El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día”.

La princesa se mira al espejo y se siente como tal, la mamá la sorprende peinándose y luciendo su vestido nuevo. Ella mira dulcemente y agrega: Estoy arreglándome para cuando llegue papá de trabajar me vea hermosa, se ponga feliz y se le quite el cansancio.

• ¡Papá te necesito!
• ¡Papá puedes darme tú el beso de buenas noches!
• ¡Papá entiendo mejor cuando me explicas la tarea a través de ese ejemplo!
• ¿Papá me llevas al parque?
• ¡Sabes que eres el mejor papá del  mundo!

Estos son nuestros padres, cada vez más imprescindibles, más presentes, padres que han superado siglos de estigmas y una sociedad que los reducía al papel de proveedores económicos, que han luchado para revertir el refrán popular que afirma que madre es una sola, padre es cualquiera.

Nada tan lejano de la realidad. Hoy son activos en reuniones escolares, son cuidadores, preparan biberones, son padres que bañan, cortan uñas, llevan a cumpleaños, son dulces, tiernos, besucones y comprensivos. Tan insustituibles cómo mamá.

Por ello, Hagamos una pausa no puede dejar pasar por alto un homenaje a todos los padres del mundo en su día. Esos que reciben el beso de la mañana, los que trabajan sin descanso para comprar vestidos nuevos, los que se encuentran lejos y dan abrazos virtuales, los padres que son sin serlo y los que solo tienen la dicha de tener a sus hijos el fin de semana.