Una pausa de amor

Autor: Dra. Liz Cabañas

“Manos las de mi madre, tan acariciadoras, tan de seda, tan de ella. Solo ellas son las que todo prodigan y nada reclaman. Solo ellas son las que aman. Las que por aliviarme de dudas y querellas me sacan las espinas y se las clavan en ellas”.

A pesar de haberte amado desde mi primer contacto con tus ojos, solo comencé a entender tus desvelos cuando fui de hija a madre. Cuando sentí sobre mi espalda la responsabilidad de proteger, enseñar, educar y hacer crecer a otro ser por el cual experimenté de manera inmediata la mayor devoción en nombre del amor.

Antes pensaba lo difícil que era ser hija, cumplir las reglas, las expectativas, hacer caso. Crecí y comprendí que mucho más complejo es ser madre. Como muchas, escuché decir que es la carrera más difícil, que no hay un librito que te enseñe a ser mamá y que el mayor de los miedos de una madre es equivocarse en este rol.

No hay nada más angustiante que tomar una decisión de la cual no estamos seguras y que influya en el futuro de alguien a quien profesamos tanto amor. Nada es más triste que tener que corregir con dureza a unos ojos arrepentidos que te miran con dulzura. Ser exigente porque mi meta también es superarme a mí misma a través de sus logros.

Si a eso le sumamos las largas madrugadas con la mano en la frente tomando la temperatura, las miles de murumacas para lograr alimentarlos podemos estar de acuerdo en que  la maternidad es sin dudas titánica.

Ser madre es un anhelo que vale la pena.

No obstante, un hijo es un golpe de energía cuando sentimos que se agotan las fuerzas. Es una inspiración. Todo se supera cuando unas manitas nos rodean el cuello y susurran: te amo.

Cuando los “dulces sueños “ y el beso antes de dormir son una necesidad. Cuando nos gratifica ver lo que son capaces de hacer por ellos mismos. Cuando celebramos un pequeño logro con bombos y platillos. Y cuando un día como hoy recibimos un dibujo hecho a mano y una florecita arrancada con sigilo del jardín del vecino, la escuela o el camino.

Hoy “Hagamos una pausa” celebra a aquellas que no están, a las que se han ido demasiado pronto, a las que se desvelan esperando la llegada de una fiesta, a las abnegadas mamás de bebés, a las abuelas madres; a las luchadoras, las recalcitrantes y las sobreprotectoras; a las que aman y se clavan las espinas y a aquellas que sin haber llevado un bebé en su vientre son madres en toda la extensión de la palabra.

A todas porque a su manera, con sus temores y superaciones, con sus impulsos y crecimientos; con sus gritos y sus besos de consuelo. Son ellas todas merecedoras de este día, de este tiempo, de este espacio y de esta pausa de amor.

Multicuba les desea: Feliz día de las madres.

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