“Mi héroe”
Ni lleva capa, ni vuela, ni tiene una señal en el cielo que lo llame. Aun así papá siempre ha sido mi héroe. Desde chiquita lo veía salir con su overol manchado de grasa, cargando herramientas y cansancio, sin embargo siempre con una sonrisa lista para mí. Nunca supe cómo hacía para saber cuándo me pasaba algo. Solo bastaba con que me mirara y dijera: “¿Qué te anda revolviendo la cabeza?”. Y ahí, sin que me presionara, salía todo. Él no solucionaba mis problemas mágicamente, pero me hacía sentir que podía con ellos. Como buen héroe, no me rescataba, me enseñaba a rescatarme. Ahora que estoy lejos, hay días en los que se me encoge el pecho. Extraño su manera de sentarse en la mecedora, su risa de medio lado cuando ganaba en el dominó, su manía de revisar cada bombillo aunque todo funcionara bien. Lo escucho por el teléfono y me digo bajito: “Ese es mi viejo, ese es mi héroe”. No necesita hazañas ni titulares. Solo necesita saber que lo pienso, que lo admiro, que todo lo que soy se debe, en gran parte, a lo que aprendí viéndolo a él. Papá, gracias por ser mi raíz, mi escudo y mi ejemplo. Este junio, aunque no esté allí para abrazarte, te llevo conmigo en cada paso.