“Soy otro por ser papá”
No lo voy a negar, al principio me asusté. Ver aquel piececito en mi mano, tan pequeño, tan frágil, me hizo preguntarme si estaba realmente preparado para todo lo que venía. Uno cree que la vida te va preparando poco a poco, pero no. Cuando lo tuve en mis brazos por primera vez, supe que todo había cambiado. Ya no se trataba solo de mí, sino de él. De estar presente, de aprender a cuidarlo, de ser ejemplo sin saberlo. Recuerdo el momento en que me llamó “papá” con esa vocecita suya. Se me aguaron los ojos, aunque traté de hacerme el duro. Aquella primera madrugada en que no me dejaba dormir, a pesar de estar agotado, lo miré y me sentí afortunado. La tarde en que, sin razón, vino corriendo a abrazarme como si el mundo se acabara, ahí entendí que ser padre no es tener todas las respuestas, sino estar ahí, firme, cuando más se necesita. Ser papá me ha cambiado para siempre. Me ha hecho más paciente, más fuerte, más sensible. Y aunque no siempre es fácil, lo volvería a elegir mil veces. Porque en cada gesto suyo, en cada risa, en cada descubrimiento nuevo, yo también vuelvo a nacer. Le doy gracias a la vida por esta gran experiencia. Por la oportunidad de ser testigo desde el primer paso, con sus retos y alegrías. Porque hay cosas que no se explican, solo se sienten.